miércoles, 9 de enero de 2013

Cabalgata y entrega de regalos a los niños del Mercantil


En un coche descapotable. Así llegaron este año, al filo de las 12:30 del 6 de enero, los Reyes Magos y la Estrella de la Ilusión a las instalaciones deportivas del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla. La banda del Rosario, de Brenes, recibió con la marcha real a Melchor (Francisco Cárcamo Balboa), Gaspar (José María González Mesa) y Baltasar (Fernando Rodríguez Galisteo) en su entrada triunfal en el recinto. Unos pajes muy especiales, alrededor de 15, acompañaron a Sus Majestades tirando caramelos por doquier durante todo el recorrido de la cabalgata a los sones de villancicos y otras canciones infantiles.

El Presidente del Círculo Mercantil, Práxedes Sánchez Vicente, y otros directivos recibieron a la comitiva a las puertas del edificio central, donde los Reyes Magos repusieron fuerzas tras una noche bastante ajetreada comiendo dátiles “de Heliópolis” (decían) y una copa de auténtica leche de burra.

Al grito de “¡Adelante, a repartir alegría!”, Sus Majestades irrumpieron en el salón donde les aguardaban sus respectivos tronos y una marea de pequeños cuyos ojos resplandecían ilusión a raudales. Y es que, junto a los regalos que ya habían descubierto al despertar, los Reyes aún tenían otros presentes para ellos.

Gaspar se excusaba por la llegada en coche y no montando sus dromedarios: “El viaje ha sido muy duro. Nos parieron tres camellas a la entrada de Sevilla, por eso hemos venido en coche”, a lo que añadió Baltasar: “Si habéis sido niños buenos, levantad la mano” y, evidentemente, se alzaron todas.

La siguiente hora era la más esperada: el Chambelán, Carlos Javier Rodríguez Heredia, fue nombrado niño por niño (algunos más creciditos) y a su mago correspondiente, el que les daría su regalo.

Muñecas, coches teledirigidos, juegos de mesa e incluso bicicletas fueron algunos de los regalos más vistos en la mañana entre las mañana de los pequeños del Mercantil. Una vez finalizado el reparto, el coche descapotable volvió para recoger a Sus Majestades, al filo de la una y media, a los sones de la banda del Rosario de Brenes, que puso así el broche de oro a una cabalgata de Reyes breve pero memorable. Ahora toca descansar, portarse bien y esperar a una nueva mañana de Epifanía.